Exploring the biblical theology of Christian egalitarianism

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El Espíritu Santo y la igualdad en el libro de los Hechos

Pentecostés por la artista canadiense Gisele Bauche.
Usado con permiso del artista.
El sitio web de Gisele está en spiritualityandart.ca

Cuando empecé con este sitio web, yo anticipé que estaría escribiendo artículos más sobre la vida lidiada por el Espíritu Santo aparte de algunos estudios Bíblicos. Pero pronto descubrí (gracias a estadísticas de sitios web) que había un gran número de lectores especialmente interesados en mis artículos sobre la igualdad entre hombres y mujeres en la iglesia y dentro del hogar. Viendo esta necesidad, decidí enfocar muchos de mis artículos en escribir acerca de la igualdad.

A veces me cuestiono si debería de enfocarme tanto en el asunto de la igualdad. ¿Tal vez debería de estar escribiendo más sobre el ministerio del Espíritu Santo? Luego todo me quedo claro: La igualdad es una característica importante, y consecuencia del ministerio del Espíritu Santo.

En los primeros días del Cristianismo, los efectos del ministerio del Espíritu Santo fueron inmediatos y profundos. La presencia del Espíritu Santo y su ministerio trajo mucha igualdad en la comunidad Cristiana.

En el Día de Pentecostés, el Espíritu Santo fue derramado sobre los discípulos de Jesús—en ambos: hombres y mujeres—que habían estado esperando en Jerusalén en obediencia a las instrucciones de Jesús. (Hechos 1:4-5). Inmediatamente después de la efusión, Pedro se puso de pie en el templo, donde los Cristianos a menudo se reunían, y se dirigió a una multitud de miles de personas que se sentían atraídos por oír a los cristianos declarando las maravillas de Dios en sus propios idiomas (Hechos 2:11).

Pedro, citando al profeta Joel, dijo a la multitud de peregrinos judíos que el Espíritu Santo era para todas las personas: para jóvenes y viejos, para hombres y mujeres. El Espíritu Santo ya no era sólo para ciertas personas elegidas, como en los tiempos del Antiguo Testamento.

“En los últimos días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne.
Los hijos y las hijas de ustedes profetizarán,
vuestros jóvenes verán visiones, y vuestros ancianos soñarán sueños.
Incluso en mis siervos y siervas
Yo derramaré mi Espíritu en aquellos días, y profetizarán.” Hechos 2:17-18

En la era de la Iglesia, El Espíritu Santo prepara a los hombres y las mujeres para el ministerio. En cada pasaje del Nuevo Testamento que habla de los dones espirituales no hay distinción de género implícita o explícitamente, incluso para el liderazgo y los dones de enseñanza.[1] El Espíritu Santo da los dones como él quiere sin tener en cuenta las cuestiones de género (1 Corintios 12:11; Hebreos 2:4).

En las semanas y meses posteriores al día de Pentecostés, la comunidad Cristiana se caracterizaba por la generosidad y el compartir. Los que eran más ricos vendieron sus propiedades, y el producto de estas ventas se distribuyeron entre las personas más pobres. No había nadie en necesidad. Distinciones de riqueza se redujeron y se minimizó el favoritismo[2] —tal vez incluso este se abolió—a medida que la gente graciosamente y voluntariamente respondió a las enseñanzas de los apóstoles que fueron inspirados por el Espíritu Santo.

Todos los que habían creído estaban juntos y tenían todas las cosas en común; vendían todas sus propiedades y sus bienes y los compartían con todos, según la necesidad de cada uno. Hechos 2:44-45

En el capítulo 10 del libro de los Hechos leemos que Dios estaba tratando de enseñarle a Pedro que los gentiles fueron incluidos en el Nuevo Pacto. Pedro va a Cesarea a la casa de Cornelio, un centurión romano (Hechos 10:19).

Mientras Pedro estaba hablando,

… el Espíritu Santo cayó sobre todos los que escuchaban el mensaje. Y todos los creyentes que eran de la circuncisión, que habían venido con Pedro, se quedaron asombrados, porque el don del Espíritu Santo había sido derramado también sobre los gentiles, pues les oían hablar en lenguas y exaltar a Dios. Entonces Pedro dijo: ¿Puede acaso alguien negar el agua para que sean bautizados éstos que han recibido el Espíritu Santo lo mismo que nosotros? Y mandó que fueran bautizados en el nombre de Jesucristo. Entonces le pidieron que se quedara con ellos unos días. Hechos 10:44-48

Pedro estaba convencido de que los Gentiles fueron incluidos en el Nuevo Pacto, porque los gentiles en casa de Cornelio fueron llenos del Espíritu Santo. Esta llenura del Espíritu Santo era inconfundible. El Espíritu Santo trajo la igualdad entre hombres y mujeres, entre ricos y pobres, y entre los Judíos y gentiles en los primeros días de la Iglesia. Y la historia la Iglesia ha demostrado que, una y otra vez, cuando hay un nuevo movimiento del Espíritu Santo, los viejos prejuicios se olvidan, los sistemas de castas son ignorados, y la unidad genuina, radical y la igualdad se fomenta.

La presencia del Espíritu Santo y su ministerio fue, y sigue siendo, el gran igualador en la Iglesia. Mi esperanza es que estoy trabajando con el Espíritu Santo mediante la promoción y el fomento de la igualdad y un cristianismo verdaderamente sin castas o divisiones de ningún tipo. No quiero estar trabajando en contra del Espíritu Santo por estar en silencio mientras sigue habiendo sofocantes  jerarquías injustas y perjudiciales o sistemas de castas en el Cuerpo de Cristo y en el mundo.


Notas

[1] En el griego, no hay ningún indicio en cualquiera de los versículos que hablan de los dones espirituales (incluyendo los de liderazgo y enseñanza), que se aplican más a los hombres que a las mujeres. Por el contrario, cada versículo del Nuevo Testamento que habla de los dones espirituales, manifestaciones o ministerios está completamente libre de cualquier rasgo de género en el griego: Hechos 2:17-18, Romanos 12:6-8, 1 Corintios 12:7-11 y 27-28; 1 Corintios 14:26-33, Efesios 4:11-12, Hebreos 2:4; 1 Pedro 4:9-11. Los versos que parecen restringir el ministerio de las mujeres son pocos. [Mis artículos en 1 Timoteo 2:12 y 1 Corintios 14:34-35 aquí y aquí.]

[2] El favoritismo está prohibido en el Nuevo Testamento (cf. Santiago 2:1 ss.)

© 28 del Agosto, 2012, Margaret Mowczko
Traducción al español de Andrea Carvajal E
Una versión de este artículo en inglés puede ser leída aquí.

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