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Cabezas, peinados, coberturas y los ángeles (1 Cor. 11:2-16)

Introducción

1 Corintios 11:2-16 es un pasaje difícil de entender y desentrañar. En este breve artículo, intento ser lo más sucinta posible y dar una visión general de cómo lo leo. Soy consciente de que mi interpretación es diferente de las interpretaciones comunes. Lo ofrezco como parte de la discusión en curso sobre este pasaje difícil.

Sería útil leer esta entrada del blog con 1 Corintios 11:2-16 abierto. Puede leer este pasaje en el sitio web de BibleGateway aquí 

“Cabeza” en 1 Corintios 11:3

La preocupación de Pablo en este pasaje tiene que ver con los peinados socialmente respetables, o con la cobertura de la cabeza, para los hombres y mujeres de Corinto que oraban y profetizaban en voz alta en las reuniones de la iglesia. Todas sus afirmaciones en este pasaje deben entenderse con esta preocupación primordial en mente.

Pablo comienza con una declaración sobre el estatus, o la prominencia, que vincula a la idea de los orígenes o la “primacía” (cf. 1 Cor. 11:8-9)[1].

“Quiero que sepan que Cristo es la cabeza de todo hombre, y el hombre es la cabeza de la mujer, así como Dios es la cabeza de Cristo” (1 Cor. 11:3 PDT).

En español, la palabra “cabeza” puede significar a veces “una persona con autoridad sobre otras”, pero la palabra griega que utilizó Pablo, kephalē (“cabeza”), no solía tener este significado en el griego antiguo. 1 Corintios 11:3 no se refiere a la autoridad, y mucho menos a una jerarquía de autoridad: Jesús y Dios son tanto, en todos los sentidos, autoridades de las mujeres como de los hombres.

En el primer siglo, los hombres tenían un mayor nivel de honor y prominencia que las mujeres. Además, debido a la dinámica honor-vergüenza en el mundo antiguo, una mujer normalmente no tenía su propio honor. Esta dinámica es el telón de fondo de 1 Corintios 11:2-16.

Más información sobre la palabra griega kephalē (“cabeza”) en 1 Corintios 11:3 aquí.

La reputación en la Corinto del siglo I

A Pablo le preocupaba que las apariciones inapropiadas de las mujeres que oraban y profetizaban dieran mala imagen a sus maridos o padres (porque así funcionaba la sociedad de entonces), y que las apariciones inapropiadas de los hombres que oraban y profetizaban dieran mala imagen a Cristo. Y que, en última instancia, Dios y su iglesia serían deshonrados. (La palabra “Dios” está al final de la declaración en 1 Cor. 11:3 en el griego y en posición enfática. “Dios” también está al final de 1 Cor. 11:16 en la frase “las iglesias de Dios”).

1 Corintios 11:4-7 trata de lo que hay encima de las cabezas de los hombres y las mujeres (peinados o elementos de cobertura para la cabeza) mientras se dedican a los ministerios de hablar en las reuniones de la iglesia, y esto está conectado negativamente con la vergüenza y la desgracia (kataischunō) y positivamente con la gloria (doxa). (El pelo largo en los hombres y el pelo corto o sin atar en las mujeres era socialmente sospechoso en el mundo romano)[3].

La palabra griega doxa se traduce a menudo como “gloria” en el Nuevo Testamento, pero también puede tener el sentido de “reputación”. Sugiero que la implicación de 1 Corintios 11:7, un verso que ha sido horriblemente tratado en el pasado, es que la conducta de un hombre cristiano afectaba a la reputación y el honor de Dios (es decir, la doxa de Dios). Así que Pablo recuerda aquí a los hombres que son, o que poseen, la imagen de Dios para reforzar su punto.

La conducta de una mujer cristiana del primer siglo afectaba a la reputación y al honor de su marido o de su padre (es decir, a la doxa del hombre). Pablo no menciona el hecho de que las mujeres también son imagen de Dios, porque no aporta nada a lo que dice en el versículo 7. Sin embargo, no hay duda de que las mujeres, al igual que los hombres, son portadoras de la imagen de Dios. Hay varios versículos tanto en la Biblia hebrea como en el Nuevo Testamento griego que afirman que las mujeres, al igual que los hombres, son portadores de la imagen y la gloria de Dios.

Para saber más sobre la imagen de Dios de las mujeres y los hombres, y sobre el significado de doxa como “reputación” (en las notas a pie de página), haz clic aquí.

Los “ángeles” en 1 Corintios 11:10

Creo que 1 Corintios 11:2-16 trata de la reputación (doxa) y de no dar a los mensajeros un mal informe para que se lo lleven a otros que tenían curiosidad por lo que ocurría en las reuniones cristianas de Corinto. Pablo se preocupaba por la reputación de la iglesia en un mundo que desconfiaba de las nuevas ideas religiosas y de los comportamientos que pudieran amenazar la estabilidad social. Más adelante en 1 Corintios, y también en otras cartas, expresa preocupaciones similares sobre la reputación[4].

El versículo 10 es el centro de 1 Corintios 11:2-16, que está estructurado como un quiasmo. El versículo 10 es el punto principal de Pablo. Él quería que las mujeres que ministraran ejercieran su buen juicio y tuvieran peinados respetables o se cubrieran la cabeza para que los mensajeros no difundieran informes perjudiciales sobre la conducta de las mujeres en la iglesia. (Nótese que Pablo no dice ni insinúa que las mujeres no deban orar o profetizar).

La palabra griega para mensajeros en el verso 10 es aggeloi. En algunos contextos, los aggeloi son ángeles celestiales, pero en otras ocasiones, son mensajeros humanos que hacen un recado. Los dos espías de Santiago 2:25, por ejemplo, son llamados aggeloi en el Nuevo Testamento griego. Y sugiero que los mensajeros de 1 Corintios 11:10 eran mensajeros humanos enviados a investigar, a espiar, a los cristianos (cf. Gálatas 2:4).

Más información sobre la estructuración de 1 Corintios 11:2-16 como quiasmo se encuentra aquí.

Mutualidad para aquellos que están “en el Señor”

En la primera mitad del quiasmo, Pablo presenta su argumento utilizando una jerarquía de estatus u honor (basada en la “primacía”) con la que los corintios del siglo I podían relacionarse. Pablo quería que los corintios tuvieran en cuenta esta dinámica por el bien de los forasteros, pero no quería que la llevaran demasiado lejos.  Por eso, en la segunda parte del quiasmo, ofrece correctivos a partir de los versículos 11-12.

“En el Señor, sin embargo, la mujer no es independiente del hombre, y el hombre no es independiente de la mujer (cf. 1 Cor. 11:8). Porque así como la mujer procede del hombre, el hombre procede de la mujer, y todo procede de Dios (cf. 1 Cor. 11:9).”

Fuera de la Iglesia, existían jerarquías de estatus y honor. Sin embargo, dentro de la comunidad de creyentes, entre los que están “en el Señor”, el ideal es que haya igualdad de honor.

“En el Señor”, los hombres y las mujeres son mutuamente interdependientes, y Pablo señala que, aunque la mujer procede del hombre (cf. Génesis 2:21-22), el hombre también procede de la mujer (cf. Génesis 4:1 NVI). Estamos a mano. Pablo anula la importancia de que el hombre sea el primero y se centra en Dios. Dios es la fuente última de todo, incluidos nosotros. Él es el “primero” definitivo. (De nuevo, la palabra “Dios” está en una posición enfática al final de la afirmación en 1 Cor. 11:12)[5].

Más información sobre el significado del orden creado aquí.

Conclusión

No hay jerarquía entre los hombres y las mujeres que están “en el Señor”. Sin embargo, debido a los mensajeros, y por el bien de la reputación, Pablo quería que los hombres y las mujeres que oraban y profetizaban tuvieran peinados o se cubrieran la cabeza que fueran socialmente aceptables en la sociedad corintia del primer siglo.[6] En pocas palabras, esta era la preocupación de Pablo en 1 Corintios 11:2-16.

Esta es una instantánea de mi comprensión de 1 Corintios 11:2-16. Todos mis artículos sobre 1 Corintios 11:2-16 están aquí.


Notas al pie

[1] Me gusta la observación de David deSilva sobre el sentido de “cabeza” en 1 Corintios 11:3: “Sea como sea que uno elija traducir kephalē (“cabeza”) aquí, la primacía que indica el término es difícil de evitar.”
Traducción de: David A. deSilva, Honor, Patronage, Kinship & Purity: Unlocking New Testament Culture (Downers Grove: InterVarsity Press, 2000), 231.

[2] David deSilva observa que 1 Corintios 11:2-16 “refleja el punto de vista de que el honor femenino está inserto en el honor masculino…” Patronage, Kinship & Purity, 34.

[3] Es posible que se trate de peinados, más que de cubrirse la cabeza (cf. 1 Cor. 11:15). O tal vez se trate de ambas cosas.

[4] En 1 Corintios 14:22-25, Pablo anima a los cristianos de Corinto a ejercer su ministerio de forma que no parezca demasiado extraña a los no creyentes.
La apariencia y el comportamiento de las mujeres estaban especialmente expuestos a la sospecha y la censura en las culturas antiguas. Por eso, Pablo quería que las mujeres ricas de Éfeso se vistieran con moderación (1 Tim. 2:9-10). No respetar el código de vestimenta aceptable habría suscitado cuestiones de incorrección e incluso de promiscuidad. (Véase Towner, The Letters to Timothy and Titus, 208). Las instrucciones de Pablo a las viudas jóvenes de Éfeso, algunas de las cuales eran ociosas y hacían travesuras, eran para “no dar al enemigo ningún lugar a crítica” (1 Tim. 5:14 NVI). Sus palabras sobre los comportamientos socialmente respetables de las jóvenes matronas cretenses fueron dadas “para que la palabra de Dios no sea calumniada” por los no cristianos, especialmente por los adversarios de la fe (Tito 2:5; cf. 2:8).
Pablo quería que los cristianos se comportaran de tal manera que no ofendieran ni a los cristianos ni a los no cristianos. No quería que el comportamiento de los corintios hiciera tropezar a judíos, griegos e incluso a los que estaban dentro de la iglesia; quería que todos fueran salvos (1 Cor. 10:31-33). En su carta a Tito, Pablo anima a los esclavos a ser dignos de confianza en su trabajo “para que en todo hagan honor a la enseñanza de Dios nuestro Salvador” (Tit. 2:10 NVI). Y quería que los supervisores tuvieran una buena reputación con los de fuera (1 Tim. 3:7).

[5] La palabra griega para “Dios” (theos) aparece al final de tres frases en 1 Corintios 11:2-16, lo que constituye una posición enfática (1 Cor. 11:3, 12, 16). Esto resalta puntos en los argumentos de Pablo y su preocupación por Dios y su iglesia. La palabra griega para “Dios” también aparece en 1 Cor. 11:7 y 13 sin énfasis.

[6] Debemos ser conscientes de que nuestra apariencia y comportamiento actuales no son innecesariamente inapropiados y problemáticos en nuestras propias culturas.

© Margaret Mowczko 2021
Traducción al español de Carolina Herrera de Angulo

Una versión de este artículo en inglés puede ser leída aquí.
Más artículos en español aquí.

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