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La mujer creada para el hombre (1 Cor. 11:9) en resumen

Introducción

Es preocupante cuando la gente utiliza mal las escrituras para subordinar y reprimir a las mujeres y, a la inversa, para elevar a los hombres. El malentendido y el mal uso de 1 Corintios 11:9 en este sentido me preocupa especialmente.

“…ni el hombre fue creado para la mujer, sino la mujer para el hombre” (1 Cor. 11:9).

¿Servicio unilateral?

Algunos cristianos creen que este versículo enseña que las mujeres fueron creadas únicamente para servir a los hombres, y que los hombres no tienen una responsabilidad u obligación recíproca de ayudar a las mujeres. Se aferran a esta creencia a pesar de que Jesús enseñó sobre el servicio sacrificado y lo demostró a sus seguidores (Marcos 10:45). Se aferran a esta creencia a pesar de que Pablo les dijo específicamente a los esposos que debían actuar con cuidado amoroso hacia sus esposas (Ef. 5:25, 28-29; cf. Ef. 5:1-2).

El contexto de origen

El contexto de 1 Corintios 11:9 es la creación y el origen. En particular, este versículo alude al relato de la creación de Génesis 2, donde leemos que la primera mujer fue hecha de una parte que se sacó del cuerpo del primer hombre (Génesis 2:21-22). Haciéndose eco de este relato de la creación, el versículo 9 va precedido de:

“Porque el hombre no procede de la mujer, sino la mujer del hombre…”. (1 Cor. 11:8).

Soledad versus compañía y mutualidad

En efecto, Génesis 2 nos dice que la primera mujer fue creada por el bien del primer hombre, para rescatarlo de la soledad (Gén. 2:18)[1]. Sin embargo, continúa con afirmaciones más amplias sobre la relación entre el hombre y la mujer, en particular, los que están “en el Señor”[2].

“Sin embargo (o, salvo que), en el Señor la mujer no es independiente del hombre, ni el hombre es independiente de la mujer. Porque así como la mujer procede del hombre, así también el hombre nace de la mujer. Pero todo procede de Dios” (1 Cor. 11:11-12, cursiva añadida).

Pablo señala que, aunque la primera mujer procede del primer hombre (cf. Gén. 2:21-23), todos los demás hombres han nacido de una mujer (cf. Gén. 4:1). Las declaraciones de Pablo en 1 Corintios 11:11-12 niegan la idea de que haya una jerarquía o prioridad de género implícita en el orden creado. En ningún caso reconoce que tenga importancia ser el primero (cf. Marcos 10:31).

Además, aunque la primera mujer fue hecha para resolver el problema de la soledad del primer hombre, desde entonces, hombres y mujeres han sido dependientes unos de otros, especialmente para nosotros que estamos “en el Señor”.

“En el Señor”

1 Corintios 11:8-9 no debe leerse como un texto aislado. Debe leerse y entenderse dentro de su contexto, que incluye los versículos que le siguen, y debe interpretarse con una apreciación de lo que significa estar en el Señor.

En Gálatas, Pablo escribió que en el Señor, o, más precisamente, en Cristo, no hay ni hombre ni mujer (Gál. 3:28)[3] Cuando estamos en Cristo, tenemos una nueva identidad; las distinciones de género permanecen, pero pierden su significado. En la Segunda Epístola a los Corintios, Pablo escribió que no debemos considerarnos principalmente “según la carne” porque ahora estamos en Cristo y formamos parte de la Nueva Creación (2 Cor. 5:16-17). En lugar de considerar a nuestros hermanos y hermanas “según la carne”, debemos considerarlos como en el Señor y debemos “someternos unos a otros por reverencia a Cristo” (Ef. 5:21).

“Unos a otros”

El servicio y la sumisión no son responsabilidad exclusiva de las mujeres. Todos, mujeres y hombres, debemos servirnos los unos a los otros (Gálatas 5:13-14), someternos los unos a los otros y rescatarnos mutuamente de estar solos. La mutualidad, no la jerarquía, es el paradigma de la Nueva Creación.

“De manera que nosotros, de aquí en adelante, a nadie conocemos según la carne; y aun si hemos conocido a Cristo según la carne, ahora ya no lo conocemos así.  De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. Y todo esto proviene de Dios…”  (2 Cor. 5:16-18a RVA).

Notas a pie de página

[1] No soy partidaria de expresarlo así, pero el respetado erudito Kenneth Bailey lo hizo al comentar 1 Corintios 11:9: “No era Eva la que se sentía sola, incapaz de arreglárselas y necesitaba ayuda. En cambio, era Adán quien no podía arreglárselas solo…” Traducción de: Kenneth Bailey, Paul Through Mediterranean Eyes: Cultural Studies in 1 Corinthians (Downers Grove, Illinois: IVP Academic, 2011), 310.

[2] El contexto general de todo el pasaje de 1 Corintios 11:2-16 es sobre los orígenes y el comportamiento apropiado en el culto corporativo. No se trata del matrimonio.

[3] “Ni hombre ni mujer” es una alusión a Génesis 1:27c.

© Margaret Mowczko 2015
Traducción al español de Carolina Herrera de Angulo
Una versión de este artículo en inglés puede ser leída aquí.

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Imagen: Fauxels, Pexels

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